En 1995, algunos colectivos nicaragüenses y españoles se reunieron para tratar de dar respuesta a una serie de problemas que históricamente estaban viviendo las productoras y productores en el sur y firmaron el acta fundacional de ESPANICA.
Nos preguntábamos si era posible establecer una relación directa entre la gente que se dedica a producir los alimentos en los países más desfavorecidos y la gente que los consume en los países más favorecidos.
Nos preguntábamos si la gente que elabora y produce los alimentos sin transformar podían acceder a la cadena de valor al poder recibir el beneficio de la transformación de sus productos.
Nos preguntábamos si podíamos mejorar las vidas de las familias que se dedican a la producción de alimentos en estos lugares, recibiendo un precio digno, fruto de la comercialización de sus productos elaborados, y que cubriesen no solo sus costes de producción, sino que pudieran mejorar su calidad de vida.
Nos preguntábamos si las cooperativas productoras iban a poder tener acceso directo a toda la información relativa al proceso de importación y comercialización de sus productos en el Norte, pudiendo controlar una herramienta de comercialización que recogiese fielmente sus intereses.
También nos preguntábamos si era posible crear canales alternativos y soberanos de comercialización sin tener que apoyarnos en las grandes estructuras económicas que han explotado históricamente a las familias que producen los alimentos, en nuestro caso concreto, el café.
Nos preguntábamos si era posible transmitir a las personas consumidoras sentimientos de solidaridad, de apoyo y conocimiento de todas las dificultades que sufren las familias productoras y si era posible cambiar sus pautas de consumo, estableciendo canales que puedan conectar directamente con las personas que cultivan el café.
Creemos que desde 1997, cuando entró el primer contenedor de café de Nicaragua, ESPANICA después de 25 años de trayectoria ha logrado demostrar que la respuesta es que sí es posible. Que todos esos elementos podrían tener una solución que, no siendo perfecta ni definitiva, ayuda a marcar el camino para seguir fortaleciendo un modelo alternativo, no solo de consumo en el norte, sino además de apoyo para cambiar los modelos productivos que históricamente han ido destruyendo el medio ambiente y el planeta. Sabemos además que no estamos solos en esta dura tarea y que se cuenta con muchas organizaciones con estos mismos objetivos.
También sabemos que no está el camino hecho y que no es el fin de la historia, pero creemos que la existencia de ESPANICA después de 25 años debe ser una señal de optimismo que genere energía positiva para seguir transformando poco a poco este sistema de comercio mundial tan injusto.